jueves, 24 de enero de 2008

A Beatriz, ¡Maestra!

Nuestras vidas se cruzaron
por una extraña razón:
quizás a mi corazón
le faltaba todavía
¡una ronda de pasión!
¡una pizca de algarabía!

No sabría agradecerte, todo lo que has hecho por mí
tal vez para esa misión, fue que te pusieron aquí
nuestras almas se arremolinaron
en una sola fusión
por ello, mi percherón:
nuestras vidas se cruzaron.

Muchas vivencias hemos tenido, en quince años hermosos
algunas de armas tomar, algunas con efectos gloriosos,
no sabía que tu advocación
tenía su origen en mí:
casi me hago pipí,
por una extraña razón.

Y es que sólo ahora, me vengo a dar cuenta,
que tú sin tú receta, no serías ablandadora,
¿a quien podría decirle
que tamaña adoración,
no quiero que me la birlen?
¡quizás a mi corazón!

Empezaste con mucha paciencia, seguiste con mucha ilusión
le metiste a veces chancleta, ¡le metiste a veces arpón!;
como practicante de albañilería
ibas poniendo ladrillo
no sabías que a este pillo
¡le faltaba todavía!

Pero ahí recapacitaste y luego caíste en cuenta
nadie se puede cambiar, ni que le eches salpimienta;
se ha logrado con autosugestión
y programación neurolingüística,
con inyecciones de mística
y: ¡una ronda de pasión!

Por ello nunca desmayes, tienes que tener la esperanza,
por alcanzar lo difícil, con trabajo y pujanza
que aunque este humilde servidor
tenga mucha carestía,
será el provocador
de: ¡una pizca de algarabía!

1 comentario:

Lycette Scott dijo...

Que lindo está cariño...me encantó