lunes, 21 de julio de 2008

A mi hija, Yuliana.

Hace diecisiete años
entraste en mi vida,
y al igual que tu mamá
estaba muy contento,
por tu belleza natural
por tu suma de talentos.


Ayer eras una niña, hoy eres casi mujer
a veces te haces querer y a veces eres una piña
y pensar: ¡necesitas dos paños!
para secar todo tu ser
¿quien pensaba que serías mujer,
hace diecisiete años?

Después de sudar bastante, tu mami se fijó en mí
el efecto fue devastante y venía con un paquetín:
una niña de verdad fina
con aliento musical
estabas siempre en un pedestal
así, ¡entraste en mi vida!

¿Recuerdas aquella vez, que te dí el coscorrón?
¡por Dios!, eras muy niña; me fuí de bravucón,
en eso de ser papá
salí muy reprobado,
me odiaste por ser osado
al igual que tu mamá.

Pero tenías que crecer, nuestras relaciones no eran buenas
parecíamos unas hienas, peleando por el poder
llegó al fin el momento
de limar nuestras asperezas
respetamos nuestras diferencias:
¡yo estaba muy contento!

Ahora que se acerca, otra etapa de tu vida
estoy orgulloso, mi niña, que hallas alcanzado la meta,
ya que a tu nivel cultural
agregas el bachillerato
no fue por abigeato,
ni por tu belleza natural.

Fue por estudiar bastante, que lograste el objetivo
espero que siga vivo, tu talante de estudiante;
es que sin muchos lamentos
te espera la universidad
y enfrentarás la adversidad
¡con tu suma de talentos!